sábado, 21 de marzo de 2009

Entrevista con FRUTO VIVAS

"Yo hablo de árboles para vivir como un sueño posible. Coexistir con la naturaleza sin que seamos más importantes que la flor del mastranto o una mariposa."

José Fructoso Vivas Vivas (Fruto Vivas) (La Grita, edo. Táchira, 21 de Enero de 1928) es uno de los arquitectos venezolanos más reconocidos nacional e internacionalmente. En 1956 se graduó de arquitecto en la Universidad Central de Venezuela. Trabajó con el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer (Museo de Arte Moderno de Caracas) y el español Eduardo Torroja (Club Táchira). En 1987 recibió el Premio Nacional de Arquitectura de Venezuela.

Parte de su filosofía es integrar más la vida del hombre a la naturaleza y como arquitecto maximizar la felicidad del hombre. Algunos lo asocian con la arquitectura populista. Propone desarrollar las ciudades latinoamericanas basados en la herencia indígena, árabe y romana.



"Más importante que crear ciudades hermosas es trabajar por la felicidad humana, esa es la tarea de todo arquitecto. ¿Siente que le ha dejado un legado al país? Debo dejarle un legado, estoy obligado, es un compromiso. A mí me dieron la educación, y yo amo profundamente a Venezuela, a ella le debo todo. ¿El arquitecto se debe sólo a las majestuosas edificaciones y proyectos? La gran tarea que tenemos como arquitectos profesionales es estar al servicio de los que más lo necesitan. Yo quiero llamar la atención de mis colegas, la arquitectura no puede servir para enriquecernos, sino para darle felicidad al pueblo. ¿Es digna la arquitectura que se ha hecho para el pueblo en Venezuela? Hay cosas muy buenas y otras son bastante precarias. Estamos acostumbrados a ver las urbanizaciones para los barrios pobres con mucha vergüenza. A pesar de que Villanueva nos dio un gran ejemplo de cómo trabajar para el pueblo con la Reurbanización de El Silencio, por muchos años se ha hecho mucha basura, unas cajitas para vivir. ¿Sigue presente en los arquitectos jóvenes esa visión de la arquitectura del compromiso? Cuando yo estudié nos formamos al calor de una arquitectura para el pueblo. No creo que haya cambiado esa visión, pero es como todas las cosas, no es lo mismo trabajar en un centro comercial que trabajar en un barrio, esta profesión se debe basar en la conciencia social, no en los intereses económicos. De sus proyectos, ¿cuál es que más le genera orgullo? El barrio El Aguacatico, de La Vega, mi proyecto central que son los Árboles para la Vida y el pabellón de Venezuela Exposición Universal de Hannover. ¿Los árboles siempre son recurrentes en su obra? O salvamos los árboles y vivimos con ellos o desapareceremos del universo. Yo siempre digo que tengo un solo proyecto: la unidad de la arquitectura con la naturaleza. Una vez dijo que los edificios deben reflejar la frescura de un árbol, ¿cómo ve a Caracas con ese referente? Caótica. Pero tenemos algo extraordinario que tienen pocas ciudades del mundo: el Ávila, que es uno de los cerros más bellos que existe. ¿Es posible revertir el caos que vive Caracas? Sí se puede. Lo primero que hay que hacer es golpear la pobreza gigantesca que tiene. A mí no me interesan los grandes rascacielos, me preocupa el volumen de gente humilde. En los cerros está la memoria de este país, la solidaridad, en la urbanización no. El que tiene todo resuelto no necesita al vecino, mientras que en el barrio se comparten las necesidades. ¿Cree en los proyectos de recuperación de barrios? Claro que sí, si se hacen bien. La solución para los barrios pasa por la creación de riqueza social, los pobres no pueden seguir siendo mendigos del Gobierno, deben tener capacidad productiva. ¿Qué tipo de producción se puede tener en barrios? Muchas cosas. Por ejemplo, los barrios están llenos de costureras, pero también es posible que todas las casas tengan un huerto. Pero con todas las carencias que tienen los barrios, ¿hay espacio para un huerto? Claro que sí, mientras haya Sol en los techos de las casas se pueden cultivar plantas."


Fuente: www.elnacional.com

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