domingo, 29 de marzo de 2009

Entrevista con CARLOS CRUZ DIEZ

"Vivimos en un mundo hipersaturado, hiperbarroco, en el que no hay vacío ni silencio, una sociedad de ciegos auditivos y sordos visuales".

Diseñador gráfico y artista plástico. Nace en Caracas en 1923. Inicia estudios en 1940 en la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas de Caracas. Entre sus maestros destacan Marcos Castillo y Luís Alfredo López Méndez. Desde la época estudiantil colabora en el diario La Esfera realizando viñetas humorísticas y en la revista Tricolor como ilustrador. Finalmente culmina los estudios como profesor para artes manuales y aplicadas en 1945. Sin embargo desde 1944 ya trabajaba como director de arte para la Creole Petroleum Corporation.
En una entrevista a finales del año 2.008 en ocasión de la exposición -Carlos Cruz-Diez: el color sucede- que el Museo de Arte Español Contemporáneo, perteneciente a la Fundación Juan March, le dedica en su sede de Palma de Mallorca menciona: "No hay colores feos ni bellos, todos son colores. El color es afectivo, lujurioso, lúdico y situacional", se explaya.
"Estudié mucho a Rothko, a Delaunay, a todos los que profundizaron en el estudio del color, y admiraba su obra, pero ellos siempre trabajaban sobre el plano y a mí lo que me interesaba era sacar al color de ahí y llevarlo al espacio, a las tres dimensiones".
"Vivimos en un mundo hipersaturado, hiperbarroco, en el que todo está coloreado, en el que no hay vacío ni silencio, y en el que lo más sutil se nos escapa; una sociedad de ciegos auditivos y sordos visuales", se lanza con convencimiento. "De ahí que lo más sutil se nos escape, no lo vemos", añade antes de asegurar que en una sociedad así "hoy en día hay que hacer un esfuerzo muy grande para ver lo que mis obras contienen". Un ejercicio de la retina y del cuerpo que, en efecto, exige parsimonia, proximidad y empatía hacia las piezas, en este caso una treintena correspondientes a medio siglo de creatividad que componen la muestra monográfica.
"Mi generación no entendió la obra que yo hacía, pero desde hace unos diez años las nuevas generaciones la han recuperado, la han entendido y le han dado sentido a mi trabajo", señala satisfecho. "Nadie se había planteado el color como una situación, como un acontecimiento, como algo cambiante, el color haciéndose. Yo quería cambiar la noción de siglos que existía sobre él, como algo pintado sobre una superficie, para dar lugar a una idea del color como algo ambiguo, mutante, que reflejase lo que somos los seres humanos, con nuestras dudas, nuestras ambigüedades y nuestras mutaciones".
Su aventura ha desbordado los límites del arte cinético y del op art tal y como los entendieron Vasarely y sus epígonos. Y como suele ocurrir en la epopeya de cualquier innovador ha tenido que hacer ese camino en buena medida en solitario. Una soledad creativa que no impide que de repente broten rescoldos muy vivos del artista romántico que en el fondo es Cruz-Diez: "El arte tiene que estar en la calle, en las fábricas, pues es parte de la vida, no colgando de una pared". Y si no puede ser siempre así, al menos que el visitante sea también parte del proceso creativo:
"Cuando usted se detiene, la obra de arte muere".
Fuente: www.cruz-diez.com/espanol/

No hay comentarios:

Publicar un comentario