viernes, 1 de mayo de 2009

Plantas: filtros de aire naturales?


Disponer de plantas de interior en nuestro hogar y en la oficina es beneficioso, no sólo por su capacidad decorativa o creadora de entornos naturales, también porque son purificadores naturales del aire. Diversos estudios científicos aseguran que las plantas poseen la capacidad de remover sustancias químicas presentes en el aire, como el formaldehído, que pueden causar distintos problemas de salud.

El aire del interior puede estar hasta diez veces más contaminado que el del exterior. Teniendo en cuenta que pasamos más del 90% de nuestro tiempo en sitios cerrados, deberíamos prestar atención a algunos consejos para purificar el aire que respiramos.
La NASA investiga desde 1973 los 'Compuestos Orgánicos Volátiles' (COV) presentes en edificios cerrados. Los COV son gases inhalables que se convierten en vapor a temperatura ambiente; algunos no tienen efectos demostrados sobre la salud, pero otros son altamente tóxicos. En el año 1989, la EPA (Agencia de Medio Ambiente de Estados Unidos) reconoció que existían más de 900 COV en edificios públicos. De todos ellos se investigaron tres por ser los más comunes: formaldehído, benceno y tricloroetileno (TCE).
Las plantas realizan una labor de descontaminación al actuar como eslabón entre el aire y el suelo, donde se encuentran los microorganismos. Los COV no dañan a las plantas sino que los estomas de las hojas los captan mediante la transpiración para su posterior metabolización en la zona radicular.

Un estudio reciente publicado por la revista científica "Journal of the American Society for Horticultural Science" comparaba la capacidad de absorción de formaldehído de dos tipos de plantas de interior: el ficus de hoja pequeña o matapalo (Ficus benjamina) y la aralia o fatsia (Fatsia japonica). La tasa de absorción era inicialmente rápida y disminuía conforme baja la concentración del formaldehído en la estancia. Ambas plantas absorben prácticamente el 80% del formaldehído en cuatro horas, siendo algo más eficiente la fatsia.
El formaldehído está presente en aglomerados de la madera, alfombras, moquetas, adhesivos, en el gas de las cocinas, en productos hidrófugos e ignífugos. Sus efectos secundarios van desde irritación de los ojos, nariz o garganta hasta dolores de cabeza y dermatitis alérgica. Además, según la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer, el formaldehído está considerado un compuesto cancerígeno.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda, como valor de calidad de aire, no superar los 100 μg/m3 para un tiempo promedio de 30 minutos. Es evidente que en el interior de las viviendas, las concentraciones fruto de la emisión desde los materiales son bajas, del orden de 0,05 ppm, y los posibles síntomas asociados básicamente son lagrimeo, goteo nasal, dolor de garganta, o dolor de cabeza entre otros, afectando principalmente a personas sensibles o con afecciones como asma y rinitis. Aunque no se requieren medidas urgentes, se pueden adquirir hábitos que ayuden a minimizar los posibles riesgos, como el uso de plantas de interior que evitan su existencia.
Otras plantas que reducen formaldehído son los helechos, las cintas y los pothos. Éstas mantienen la humedad del ambiente en porcentajes del 40 y 60%, ideales para nuestra salud y al mismo tiempo evitan la aparición de mohos. Existen varias guías de plantas de interior saludables, donde recomiendan diferentes especies: para eliminar xileno y el tolueno se utilizan las arecas, las orquídeas y las palmeras enanas; para reducir el benceno, los crisantemos, las cintas y los espatifilos. Otras plantas de interior con reconocidos efectos benéficos sobre el ambiente incluyen palmeras de salón, agaonemas, hiedras, dracaenas y sansevieras.
Y es que las plantas son un buen medio de evitar el conocido "Síndrome del edificio enfermo". Cuanto más aislados están los edificios, más posibilidades existen de que la contaminación del aire sea mayor. Es obvio que aislarse de la naturaleza en edificios sellados provoque diferentes problemas de salud, puesto que desde que el ser humano existe, depende de un intrincado sistema ecológico que soporta la vida, sistema donde las relaciones con las plantas y sus microorganismos asociados son necesarias. Recrear las condiciones naturales en nuestros medios de vida internos pueden ayudarnos a estar más saludables y prevenir diferentes enfermedades.

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