El Evangelio del Miércoles Santo continúa con la traición de Judas Iscariote en este caso en relato de San Mateo:
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
En Venezuela miles de feligreses veneran este Miércoles Santo al Nazareno de San Pablo.
"Cuenta la historia que en tiempos remotos, quizás para el siglo XVII, Caracas fue azotada por la peste del vómito negro. En esta época, los Caraqueños y Caraqueñas solían visitar la iglesia de San Pablo el Ermitaño para congraciarse con el mártir, Nuestro Nazareno de San Pablo y pedir por sus necesidades, tristezas o mas anhelados sueños.
Ya en aquel tiempo muy cerca de la hoy basílica de Santa Teresa sus devotos solían sacarlo en procesión por las muy antiguas empedradas calles de Caracas, muchos de ellos exhibiendo el atuendo color violeta oscuro (color de la mutación, o sea de la transformación revolucionaria) o como sucede hoy en día llevando además miles de violetas a su santuario, signo de que se estaba en presencia de un fiel que pagaba una promesa por favores concedidos.
En ese entonces y en medio de tal mortandad producto de la peste, el Nazareno tropieza en el camino de la procesión a la altura de la hoy bien conocida esquina de Miracielos, con un Limonero que en ese lugar se encontraba, enredando sus ramas con la cruz y cayendo a la postre cierta cantidad de limones, “Milagro, ¡Milagro!”, gritaron las Caraqueñas y Caraqueños, tomando dichos limones y comenzando a partir de allí una tercera tradición, la referida a las propiedades curativas del limón…"
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